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La Ética Periodística: Fundamento y Desafío del Oficio Informativo

Por: Fernando Ávila | Publicado el: 19 December 2025



La ética periodística constituye uno de los pilares esenciales del ejercicio profesional de la comunicación. En un entorno mediático marcado por la inmediatez, la sobreabundancia de información y la constante presión por captar la atención del público. 

El periodista enfrenta el reto permanente de equilibrar su responsabilidad social con las dinámicas propias de los medios. La ética, en este sentido, no es un conjunto rígido de reglas, sino una guía que orienta decisiones en situaciones complejas donde intervienen intereses políticos, económicos y humanos. Su función principal es asegurar que la información difundida sea veraz, relevante y respetuosa, de manera que contribuya positivamente al debate público y al fortalecimiento democrático.

Uno de los principios fundamentales de la ética periodística es el compromiso con la veracidad. Informar con rigor implica contrastar fuentes, verificar datos y evitar la difusión de rumores o especulaciones disfrazadas de hechos. La veracidad no significa aspirar a una objetividad absoluta —algo imposible para cualquier ser humano—, sino actuar con honestidad intelectual y transparencia frente al público. Cuando un periodista reconoce errores, corrige y explica el proceso informativo, fortalece la confianza social en los medios y en su labor.

Otro eje esencial es la independencia. La práctica periodística debe mantenerse libre de presiones políticas, económicas o ideológicas que puedan sesgar la información. La independencia no solo se refiere a la distancia respecto de grupos de poder, sino también a evitar conflictos de interés personales que puedan comprometer la imparcialidad del contenido. En un contexto donde la publicidad, las alianzas corporativas y la polarización política influyen fuertemente en los medios, la independencia se convierte en un ideal difícil, pero indispensable. Un periodista ético es consciente de estas presiones y las gestiona con integridad, cuidando que no afecten la calidad ni la intención de su trabajo.

La responsabilidad social también ocupa un lugar central en la ética periodística. El periodismo no es únicamente la transmisión de datos; tiene la capacidad de moldear percepciones, generar debate e influir en decisiones colectivas. Por ello, el ejercicio informativo debe orientarse hacia el interés público, priorizando historias que contribuyan al bienestar social y evitando contenidos sensacionalistas que solo busquen obtener audiencia. La responsabilidad implica anticipar el impacto que una publicación puede tener en individuos, comunidades o procesos sociales. Informar sobre violencia, desastres, temas judiciales o menores de edad requiere un tratamiento cuidadoso que minimice daños y respete la dignidad humana.

 

En relación con lo anterior, la ética periodística exige el respeto a los derechos de las personas. Esto incluye proteger la privacidad, evitar estigmatizaciones y no reproducir discursos discriminatorios. El derecho a la información del público no debe convertirse en excusa para vulnerar la intimidad o la integridad de terceros. En casos sensibles —como víctimas de delitos, personas en situaciones vulnerables o comunidades minoritarias—, el periodista debe actuar con empatía y prudencia, reconociendo que su labor no puede añadir sufrimiento ni perpetuar prejuicios.

Otro principio clave es la transparencia, entendida como la claridad respecto a las fuentes, los métodos de investigación y las limitaciones informativas. En tiempos donde la desinformación circula con facilidad y los medios compiten por ser los primeros en publicar, explicar cómo se obtiene la información es una forma de fortalecer la credibilidad. La transparencia también se expresa al distinguir de manera clara entre contenido informativo, opinión y publicidad. El público tiene derecho a saber cuándo un texto se basa en hechos verificables y cuándo corresponde a una interpretación subjetiva o a un mensaje comercial.

El avance tecnológico presenta desafíos adicionales para la ética periodística. Las redes sociales han acelerado los ritmos de producción, han fomentado la difusión inmediata y han creado un entorno donde cualquier persona puede generar información. Si bien esto democratiza la comunicación, también incrementa el riesgo de errores, manipulación y noticias falsas. En este contexto, el periodista profesional debe diferenciarse mediante el rigor, la contextualización y el compromiso ético. La verificación digital, el manejo responsable de imágenes y la comprensión de los algoritmos se han vuelto competencias indispensables.

Finalmente, la ética periodística no puede entenderse como una obligación individual únicamente; también depende de los lineamientos institucionales que los medios establecen. Los códigos deontológicos, los manuales de estilo y los comités de ética contribuyen a un entorno donde los periodistas pueden ejercer con mayor independencia y claridad moral. De igual manera, la formación continua en ética es fundamental para enfrentar nuevos dilemas que surgen con los cambios tecnológicos, culturales y políticos.

En conclusión, la ética periodística es la brújula que preserva la función social del periodismo en un mundo saturado de información y tensiones comunicativas. Su práctica constante sostiene la credibilidad de los medios, protege los derechos de las personas y contribuye a una sociedad mejor informada. Aunque los desafíos son numerosos, el compromiso ético sigue siendo la base sobre la cual se construye un periodismo que cumple su misión fundamental: servir al público con integridad, verdad y responsabilidad.

El autor es Estudiante de Periodismo

 

 

 



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