El escritor colombiano Gabriel García Márquez bautizo la profesión del periodismo como “la mejor del mundo”, pero la redacción del siglo XXI atraviesa una metamorfosis radical, el pulso de la noticia se mide en clics, shares y trending topics. Esto ha redefinido no solo el modelo de negocio de los medios de comunicación, sino la esencia misma de la verdad pública.

De la primicia a lo viral y crisis de la posverdad. Las redes sociales han democratizado la información, permitiendo que cualquier ciudadano con un teléfono celular se convierta en un emisor de noticias en potencia. La figura del periodista ha tenido que evolucionar a marchas forzadas, el perfil actual exige habilidades de editor de video, gestor de comunidades (Community Manager) y analista de datos.

Entonces, nos surge la pregunta ¿por qué debería afectar nuestra profesión? Pues resulta, que siguiendo esas directrices de “inmediatez” de las redes sociales acostumbramos a la audiencia a consumir un contenido poco certificado, donde las ansias por ser los primeros no permitan verificar con exactitud los acontecimientos, por otro lado, si desde la academia capacitamos a los futuros egresados en distintas áreas que exige el mundo digital, podríamos tener aliados potenciales.

En ocasiones se habla de “combatir”, pero justo estas plataformas como X (antes Twitter), TikTok, Instagram y Facebook son las que obliga a los medios de comunicación analógicos a cubrir ciertos temas. A su vez, el periodista entiende que la adaptación ya no es una opción, es la única vía de supervivencia. Y en esta nueva era, la credibilidad será el único activo que realmente importe.

Mayor exposición pública y salud mental Finalmente, poco se menciona como el entorno digital da mayor exposición y visibilidad pública a él/la periodista generando niveles inéditos de hostilidad. En comparación a una persona que no utiliza este medio como una moneda de cambio o para fidelizar la confianza ciudadana, lamentablemente y suerte para nosotros somos “el rostro”, “la voz” o “la imagen” de la agencia de noticias a la que representamos.

Independientemente si el comunicador decide estar en redes, El acoso en línea, especialmente hacia mujeres periodistas, se ha convertido en una herramienta sistemática para silenciar voces críticas. La exposición constante a la violencia gráfica y la presión por la conexión permanente también han detonado una crisis silenciosa de salud mental en las redacciones.

Futuro incierto, pero con grandes expectativas. Nuestro futuro parece apuntar hacia un modelo donde la convivencia entre la inteligencia artificial puede automatizar responsabilidades rutinarias, y el periodista, insustituible por su capacidad de análisis crítico, ético, empático, humilde y sobre todo humano.

En el ciberespacio, las redes sociales seguirán siendo la plaza pública, pero el periodismo profesional debe mantener con firmeza y determinación las bases que sostienen la verdad y la objetividad en esa plaza, asegurándose que, entre tanto ruido, la sociedad no pierda la capacidad de escucharse a sí misma.

La autora es Estudiante de Periodismo