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¿Quién es realmente el monstruo? Una lección humana desde “Frankenstein” de Guillermo del Toro

Por: Darío Sanjur | Publicado el: 18 November 2025



Guillermo del Toro lo ha vuelto a hacer. Con su versión de Frankenstein, disponible en Netflix, nos entrega mucho más que una historia de terror: nos enfrenta a un espejo. En su relato, no solo observamos al monstruo creado por el hombre, sino al hombre mismo en su versión más oscura, más frágil e irresponsable.

El mexicano Del Toro nos invita a reflexionar sobre una pregunta que ha atravesado siglos: ¿quién es realmente el monstruo? ¿Aquel que nace de la ambición científica o aquel que, en su afán de poder y control, olvida las consecuencias de sus actos? La criatura de Frankenstein, interpretada magistralmente por Jacob Elordi, no es un ser malvado, sino un reflejo de lo que la humanidad suele rechazar: la diferencia, la imperfección, el dolor ajeno.

En esta cinta, el guatemalteco Oscar Isaac ofrece una interpretación fascinante del doctor Frankenstein, un hombre cegado por su deseo de crear vida, pero incapaz de asumir la responsabilidad de lo que ha creado. ¿No ocurre algo parecido en nuestra sociedad actual? Creamos tecnologías que nos superan, discursos que hieren, decisiones que afectan a otros, y luego pretendemos mirar hacia otro lado, como si nada hubiera pasado.

Nos hemos acostumbrado a señalar a los demás como “monstruos”, cuando en realidad, muchas veces, los verdaderos monstruos se esconden detrás de la indiferencia, la falta de empatía o la soberbia de creernos infalibles. Somos los Frankenstein de nuestro tiempo: inventamos, destruimos, manipulamos… y pocas veces nos detenemos a pensar en las consecuencias.

Del Toro, con su inconfundible sensibilidad, nos recuerda que lo monstruoso no siempre tiene colmillos o cicatrices. A veces se disfraza de poder, de ego o de silencio. La verdadera lección de Frankenstein es moral y humana, ya que  todos somos responsables de lo que creamos, sean ideas, palabras, hijos o sociedades.

Vivimos en una realidad donde abundan las divisiones, la intolerancia y la prisa por juzgar, esta película se convierte en un llamado urgente a mirar hacia adentro. A preguntarnos qué clase de humanidad estamos construyendo y si aún somos capaces de crear con amor, no con vanidad.

Porque al final, como bien sugiere Del Toro, el verdadero monstruo no fue la criatura… sino el hombre que la abandonó.

El autor es Periodista

La responsabilidad de las opiniones expresadas y la publicación de los artículos, estudios y otras colaboraciones firmadas, corresponde exclusivamente a sus autores, y no la posición del medio.

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