Transitismo, dependencia y seguridad hemisférica: el Canal de Panamá en la era Eisenhower
Durante la presidencia de Dwight D. Eisenhower (1953–1961), el Canal de Panamá, adquirió un papel central dentro de una estrategia global de seguridad de los Estados Unidos en el marco de la Guerra FrÃa. Esta estrategia, consistÃa en una combinación de disuasión nuclear masiva para prevenir una guerra frontal con la URSS y el uso de alianzas militares, operaciones encubiertas e intervención limitada para contener la expansión comunista en regiones claves. En tal sentido, se reforzó el dominio estadounidense sobre Panamá, evitando que emergieran voces que cuestionaban la limitación a la soberanÃa nacional y que anticipaban las luchas nacionales de las décadas posteriores.
El gobierno de Eisenhower, redefinió la función del Canal como infraestructura militar esencial para la defensa hemisférica y la proyección global de poder. Su experiencia de como comandante supremo durante la parte decisiva de la Segunda Guerra Mundial, influyó determinantemente sobre su percepción la vÃa marÃtima, como activo logÃstico indispensable para el tránsito de flotas entre los océanos. Bajo la retórica del anticomunismo, la administración impulsó inversiones en modernización portuaria, defensa y capacidad de tránsito, priorizando la utilidad militar sobre el comercio y el desarrollo económico de Panamá.
El Canal, pasó de ser un eje comercial para consolidarse como un componente de la globalización militar de la época. Como señala RodrÃguez Beruff (2013), esta configuración hizo de Panamá un nodo vital en la arquitectura de poder estadounidense, en una fase temprana del tránsito hacia la economÃa global. Sin embargo, la centralidad geopolÃtica no se tradujo en beneficios estructurales para Panamá, que permaneció dependiente y fragmentada por la Zona del Canal y las periferias económicas rurales.
El Tratado Remón-Eisenhower, firmado en enero de 1955, buscó responder parcialmente a las demandas panameñas sin alterar la estructura colonial del control estadounidense. Entre sus avances se incluyen el aumento de la anualidad pagada por Estados Unidos, la equiparación parcial de salarios y la eliminación de ciertos privilegios comerciales en la Zona del Canal (venta por la burguesÃa panameña de cervezas y carne). Sin embargo, la jurisdicción y administración siguieron en manos estadounidenses. Pérez Morales (2011) y Abu-Warda (2001) señalan que el acuerdo fue un ejemplo de modernización conservadora, en la que las reformas aparentes, preservaban el control estratégico.
El asesinato del presidente Remón el 2 de enero de 1955, poco antes de la firma de este acuerdo, permitió a los Estados Unidos, mantener el equilibrio de poder sin enfrentar una negociación más profunda. Aunque las élites panameñas lo presentaron como un logro diplomático, el Tratado dejó inamovibles las bases estructurales de dependencia: el modelo de transitismo orientado al servicio de intereses externos y la subordinación del desarrollo nacional a la seguridad hemisférica.
Frente a este escenario, emergió un movimiento que exigÃa soberanÃa que expresaba una resistencia anticolonial, cuyo carácter era nacionalista y popular. La Operación SoberanÃa (1958) y la Siembra de Banderas (1959) representaron momentos culminantes en la disputa simbólica por la soberanÃa. Jóvenes universitarios, trabajadores y sectores medios ocuparon espacios de la Zona del Canal para afirmar la presencia nacional y denunciar la desigualdad, derivada del enclave estadounidense (Cedeño, 2024).
Estos movimientos evidencian que la sociedad panameña no fue un mero espectador pasivo. A través de la acción colectiva, articuló una narrativa polÃtica que vinculó las desigualdades del transitismo con la dominación extranjera. Esta resistencia, sentó las bases de la conciencia nacional que conducirÃa a las movilizaciones del 9 de enero de 1964. El nacionalismo panameño se fue construyendo y se constituyó en un contrapeso ideológico a la Doctrina de Seguridad Hemisférica, que se valÃa de la retórica anticomunista para perpetuar la dominación colonial.
Con la transición hacia la era global, estas dinámicas se amplificarÃan, Panamá pasó de ser enclave colonial a centro logÃstico global, pero dentro de un marco de dependencia estructural. La globalización no rompió las asimetrÃas históricas, sino que las transformó en nuevas formas de subordinación al capital transnacional. Como anticipó Danyluk (2018), las economÃas logÃsticas del tránsito reproducen jerarquÃas globales al tiempo que generan espacios de resistencia local.
La era Eisenhower revela cómo los discursos de seguridad y modernización encubren relaciones de dependencia estructural, y cómo las resistencias locales, ancladas en el transitismo, anticipan las luchas por la autodeterminación en la era global. Además, permite comprender como se integró el Canal a una estrategia de seguridad hemisférica, reforzando un sistema que combinaba modernización técnica con dominación colonial. Las concesiones del Tratado Remón-Eisenhower no modificaron el equilibrio de poder, mientras que la resistencia panameña, inauguró un ciclo de movilización anti-enclave colonial que dos décadas después, impulsarÃa el fin del enclave.
El autor es estudiante de la MaestrÃa en Historia de las Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos. Centro Regional Universitario de Panamá Oeste (CRUPO). Universidad de Panamá.


